La legítima defensa putativa es una figura jurídica que se aplica cuando una persona actúa en defensa propia creyendo de buena fe que está siendo atacada o en peligro, aunque en realidad no sea así. Es decir, la persona se defiende pensando que está actuando en legítima defensa, pero en realidad no existe una amenaza real.
En la legítima defensa putativa, la persona cree de buena fe que su vida o integridad física está en peligro, y actúa en consecuencia. Por ejemplo, si una persona cree que está siendo atacada con un arma de fuego y dispara en defensa propia, pero en realidad el objeto que el agresor tenía en la mano era un teléfono móvil, esta persona estaría actuando en legítima defensa putativa.
Para que la legítima defensa putativa sea considerada una causa de justificación, se deben dar ciertos requisitos. En primer lugar, la persona que actúa en defensa propia debe tener una creencia real y razonable de que su vida o integridad física está en peligro. Esta creencia debe ser objetivamente justificable en la situación en la que se encuentra.
En segundo lugar, la creencia de la persona debe ser de buena fe, lo que significa que la persona no puede estar actuando por venganza o en busca de una excusa para cometer un delito. La persona debe estar actuando en base a una creencia real y razonable de que su vida o integridad física está en peligro.
En tercer lugar, la conducta de la persona debe ser adecuada y proporcional al peligro que cree enfrentar. Si, por ejemplo, una persona cree que está siendo amenazada con un cuchillo, pero responde disparando un arma de fuego, esto podría considerarse como una respuesta excesiva que no está justificada por la situación.